Este fin de semana... he vuelto a Granada. Y como ya viene siendo costumbre el sábado (si no hay otras obligaciones) madrugo y me voy a andar por Granada. Unas veces sin rumbo fijo, otras con el objetivo claro. A veces con mis hijos o mi compadre amatísimo, otras veces sólo. Siempre con mi Sony H10.
Este sábado tenía un objetivo y la siempre entrañable compañía de mi compadre (gran "culpable" de reavivar mi granadinismo). Nos fuimos a ver el Cementerio y luego la casa donde residió el gran Falla, en la Antequeruela, por cerca de 20 años.
¿Por qué el Cementerio? Pues bien aunque parezca cosa rara, nuestro Cementerio tiene su propia visita cultural organizada, con un buen folleto y un impagable libro editado por EMUCESA llamado Memoria de Granada (por cierto ambas cosas gratuítas, en Graná, la tierra del chavico).
Con todo el respeto de saberme en un lugar sacro, donde reposan los primeros cuerpos de los allí enterrados, que ya disfrutan de su cuerpos definitivos con el buen Dios, di un precioso paseo buscando sobre todo los artíticos enterramientos de granadinos ilustres, con bellísimas composiciones escultóricas, destacando sobre todo las de Navas Parejo, de primeros del XX.
En el paseo se puede admirar también la excelente adecuación que de las ruinas de la Almunia de los Alixares, se ha llevado a cabo, formando parte de la más refinada Granada nazarí del siglo XIV.
Concluí la visita rezando ante la lápida de mis añorados abuelos, pidiendo amor y paz para mi familia.
Recomiendo vívamente esta visita, que une como pocas, la trascendencia de la Providencia Divina, con el arte y la historia de nuestra ciudad.