PAISAJES DE MI VIDA (2): LA PUERTA DEL SOL

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Hoy he vuelto al Realejo. No sé que tiene este barrio que me llena tanto. Quizás que pienso en él y me veo atravesando siglos de historia con gentes que subían por sus callecillas. Calles que desaguaban en plazas. Plazas no trazadas por arquitectos, no convencionales y cuadradas, sino desahogos urbanos, anchurones en la tupida red vecinal.
Una de ellas, la Placeta de la Puerta del Sol, hecha de mampostería y argamasa, con su rudo suelo de guijarros, me acaba de capturar, mientras jadeante, en un sábado de verano, subía y bajaba cuestas.
Es ella como todo el Realejo: intemporal, mestiza, caleidoscópica, quizás anacrónica, pero viva, llena de recuerdos y de piedras que son el alma de todas las gentes que ha visto pasar.
Me detengo y miro su lavadero de columnas dóricas y me siento en su poyete, respiro el límpido aire de la mañana y vuelvo a mirar y se me aparece la solemne Catedral, contrapunto que me indica que sigo en Granada, que a pesar de la extraña imagen que contemplo, sigo aquí en mi tierra querida.
Fotomontaje de siglos superpuestos en una fotografía, de un autor misterioso que una vez se dejó caer por aquí. Bendito autor. Gracias a Dios que le inspiró.
(Publicado en "La Mirada")
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