Día 8 de diciembre del peaso de puente festivo prenavideño. Fiestas de la laica Constitución y sobre todo, de la centenaria Inmaculada Concepción, patrona de España, la que tanto hizo para que el dogma se reconociera por nuestra Iglesia. Y en España de manera destacada Granada, ciudad inmaculista que recuerda este precioso dogma y el voto de fe que a él se hizo con numerosos hitos ciudadanos -urbanos- y en la riquísima iconografía de nuestras iglesias, conventos y colegios.
Quizás el primero y principal de ellos sea la magnífica imagen de la Virgen del Triunfo o del Triunfo de la Virgen, situada desde 1631 en la explanada así llamada delante del Hospital Real, entonces en el arrabal de Granada, extramuros, en el camino hacia el sur.
Obra inédita por su significado y proporciones, única en España, proyectada por el arquitecto Francisco de Potes y escultura de Alonso de Mena (con el que colaboraron Diego de Rey y Juan Sánchez Cordobés).
Como decía Granada, la perla de la Conquista de la Reina Isabel, ciudad para la que se pensó en reproducir la "Civitas Dei" de San Agustín, impulsó, poniéndose a la cabeza de los territorios cristianos, la defensa del dogma de la concepción sin pecado, inmaculada, de María.
El día 2 de septiembre de 1618 la ciudad proclamó solemnemente este voto, encomendándose desde entonces a su propagación y proyectando el monumento que situado en un punto elevado, iluminara a la ciudad con su figura.
Al parecer hubo otra segunda razón para erigir el monumento, las rogativas que se encargaron al pueblo para pedir por la descendencia del Rey Felipe IV.
Otras magníficas obras granadinas dedicadas a la inmaculada son las que el gran hombre del renacimiento español (el Miguel Ángel español) Alonso Cano, talló y pintó así como la escuela granadina de escultura y pintura que le sucedió.
De esta manera podemos gozarnos con la perfección y la espiritualidad sublime de su talla de la Inmaculada, obra magnifica, no superada por la imagenería.
Situada en una urna en la Catedral de Granada, en la sacristía, su sola existencia hubiera justificado construir una catedral para que la habitara.
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