sábado, 14 de noviembre de 2009

San Francisco de Borja y la Cruz Blanca

Me enteré hace unos días (a finales de octubre) que el arzobispo de Valencia, monseñor Carlos Osoro, ha presidido en Gandia la apertura del Año Jubilar con motivo del V Centenario del nacimiento de san Francisco de Borja (Gandia, 1510- Roma, 1572), patrón de la localidad valenciana, que fue IV duque de Gandia y tercer general de la Compañía de Jesús.
Pues bien este gran santo español, tuvo un momento biográfico cumbre en su fe y en su historia de conversión en nuestra Granada.
El mismo año que fue nombrado Virrey de Cataluña, Francisco recibió la misión de conducir a la sepultura real de Granada los restos mortales de la emperatriz Isabel, mujer del Emperador Carlos, madre de Felipe II. Él la había visto muchas veces rodeada de aduladores y de todas las riquezas de la corte. Al abrir el ataúd para reconocer el cuerpo, la cara de la difunta estaba ya en proceso de descomposición. Francisco entonces tomó su famosa resolución: « ¡no servir nunca más a un señor que pudiese morir!"». Era 1 de mayo de 1539.
Comprendió profundamente la caducidad de la vida terrena.
En adelante se propone dedicarse a servir únicamente a Cristo Jesús que vive para siempre.
Después de la muerte de su esposa, en 1546, que acabó de desligarlo del mundo, entró en la Compañía de Jesús, de la que llegó a ser superior general. Se distinguió, sobre todo, por su profunda humildad. Dio gran impulso a las misiones. Murió en Roma el 1 de octubre de 1572.
Fue canonizado en 1671.

Y todo esto sucedió en el arrabal de Granada, muy cerca de la entrada a la ciudad por la puerta de Elvira, en el camino Real o de San Lázaro.
Hoy este histórico hito bien podría pasar desapercibido si no fuera por la Cruz Blanca, que de manera simbólica recuerda esta conversión.
Cruz Blanca que se sitúa en la puerta del Hotel Luz (como siempre se ha conocido, ahora, creo que Vincci), ahogada entre edificios enormes y el tráfico de la avenida de la Constitución.


Recordemos pues, siempre que por aquí paseemos que Dios ganó para su causa a un santo, en la ciudad de Granada.

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