domingo, 10 de enero de 2010

Grandes Granadinos: Leopoldo Torres Balbás y la Alhambra

En Vuelvo a Granada hay que hablar necesariamente de los granadinos que han dado lustre a nuestra ciudad. Ya hubo ocasión de hablar de Val del Omar y Enrique Morente, Francisco Ayala, San Francisco de Borja, San Juan de la Cruz, Hernán Pérez del Pulgar, San Juan de Dios, etc. Muchos de ellos no nacidos en Granada, pero que dejaron una huella más que manifiesta en nuestra ciudad, su historia y sus gentes... ¿y qué más da de dónde se sea si se hace el bien por y para los hombres, el arte, la naturaleza?


Hoy toca hablar de Leopoldo Torres Balbás que nació en Madrid el 23 de mayo de 1888 pero que hace de Granada su sitio preferido de residencia y trabajo.
Educado en la Institución Libre de Enseñanza, decidió estudiar las carreras de Arquitectura y Arqueología. Al licenciarse, dada su talla intelectual comenzó a escribir en las más prestigiosas revistas de Arquitectura, en las que defendía las teorías más modernas de la época y, en lo que a restauración se refiere, su opinión de que los edificios antiguos debían respetarse al máximo y ser despojados de cualquier ornamentación que hubiera sido añadida.

Torres Balbás pudo plasmar esas ideas en la práctica cuando llegó a Granada en 1923. Se encontró con una Alhambra a la que se le habían ido poniendo añadidos de la forma más arbitraria.
Torres Balbás con el gran alcalde granadino Antonio Gallego y Burín
El arquitecto detuvo esa tendencia y comenzó una lenta labor de reparación sistemática y de rescate de las ruinas. Él, personalmente, participaba en los trabajos de restauración. Y lo hizo de una forma modélica. Entre 1923 y 1936 Torres Balbás dejó una Alhambra realmente auténtica, muy similar a lo que debió ser su estado original y de belleza.
Sus intervenciones en los jardines y el palacete del Partal, que estaban prácticamente en ruinas, o en la Torre de Comares, devolvieron el esplendor del monumento.


La Torre de Comares lució este enorme andamiaje para su restauración:La imagen del Partal a traves de los ojos romáticos ponen de manifiesto el completo abandono del monumento, convertido en chabola de personajes marginales:


Y así iba quedando conforme D. Leopoldo acometía su obra:En 1935 se vio, sin embargo, envuelto en una tremenda polémica cuando, de forma audaz, decidió echar abajo la cúpula del templete oriental del Patio de los Leones, que había sido añadida en el siglo XIX, y restaurar el antiguo tejado original. La prensa granadina, acostumbrada a ver el Patio de los Leones como si se tratase de un recinto oriental, arremetió duramente contra el arquitecto. Fue necesaria la intervención de sus amigos, como Manuel de Falla, Emilio García Gómez, Antonio Gallego Burín o Francisco Prieto Moreno, que escribieron un comunicado en su defensa y en defensa de su actuación, para que la tensión se calmase. Este hecho dejo muy afectado a Torres Balbás que llegó a plantearse dejar Granada. La Guerra Civil y sus cambios se encargarían de alejarlo definitivamente de Granada y su Alhambra.

Otra de sus grandes intervenciones, fue el rescate de la Puerta de Bib-Rambla o Arco de las Orejas. Ubicada originalmente en la Plaza Bib-Rambla, la puerta fue demolida en 1884 por el Ayuntamiento de la ciudad a petición de los comerciantes de la zona, que la consideraban un estorbo. Sus escombros fueron a parar al Museo Arqueológico. El responsable del museo, Manuel Gómez Moreno, decidió enterrarlos en el jardín para proteger los restos.
Cuando Torres Balbás llegó a la ciudad, se interesó por la Puerta de Bib-Rambla, la reconstruyó piedra por piedra en el bosque de la Alhambra. No quiso ponerla en un lugar llamativo para que no desvirtuara el recinto. Gracias a él, hoy puede contemplarse la puerta, sola e imponente.

Torres Balbás también intervino en las restauraciones de monumentos como El Corral del Carbón ......y El Bañuelo:

En noviembre de 1960, a los 72 años, fue atropellado por una motocicleta en Madrid. Perdió el conocimiento durante unas horas. Cuando parecía haberse restablecido de las heridas, perdió de nuevo el conocimiento y murió en el hospital, en la mesa de operación el día 20 del citado mes. Dos días después fue enterrado en Madrid. Sólo unos pocos amigos asistieron a su entierro.

Hoy la Alhambra y por extensión Granada, es lo que es,
gracias a este gran hombre,
Don Leopoldo Torres Balbás.

Para conocer más, el libro escrito por Carlos Vílchez Vílchez para Comares en 1999.

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